Y miro tus ojos, casi transparentes de ahora y dentro del orgullo que siento de haber puesto en el mundo un ser tan bello, me voy cómo muchas veces a tú infancia, para contarte alguno de esos retazos que también forman tú esencia.
Esos ojillos verdes cristalinos, reflejaban la luz de septiembre en tu primer día de cole en el que no paraste de llorar. Para compensar mi culpabilidad de madre abandonadora, ese día nos fuimos a comer al chalet de los yayos.
El yayo te paseó en brazos por toda la finca, que brillaba de luz y belleza con el otoño pisándonos los talones y para quitarte el disgusto, con esos brazos firmes, con su gorra militar y su risa de paz, te llevó a ver a Blanquita, la yegua mansa que tanto te hacía reír...y esa foto contigo en brazos, con tú abriguito de pompones del color de tú cara, pasó a formar una pieza de ternura inolvidable para mí.
La misma que quiero que sea para tí; llena de juventud, de fuerza, de vida, adulta e independiente, recuerda siempre que estás rodeada de seres que te aman incondicionalmente, a los que has dado propósito e ilusiones...
Y aunque te parezca una nota triste para un día cómo hoy, realmente no es así, el pasado no existe, pero el recuerdo nos sirve para aprender, y aprender del amor siempre es felicidad.
Él me dijo el mismo día que se fue: "Me dà mucha pena morirme... porque no quiero perderme vuestras vidas"...
Y esas palabras retumban cada día dentro de mí, y cada día le doy las gracias por enseñarme tanto y por darme esa gran lección en su última hora.
También doy gracias al cielo cada día que amanece, y sé que estás bien, que vives, que llenas tus días de proyectos y sueños, que amas y eres un ser tan especial.
Valoro cada instante y mi ilusión se ha transformado en llegar al último capítulo posible cómo espectadora de tú existencia.
Y cuando amamos así, los miedos se hacen ajenos, y nos aferramos a cuidarnos y estar aquí , no por nosotros mismos, sino por seguir cosiendo retazos que luego sean nuestro legado.
Me gusta pensar que con ello te enseño algo y puedo describir mejor lo mucho que te quiero.
Mi niña de ojos de lago y piel de estrellas, dàs sentido a mi existencia y te amo
infinitamente, cómo sólo las madres aman, de un modo único y eterno.
Feliz cumpleaños mi niña!
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