sábado, 4 de julio de 2015
La última lección.
14 DE Julio 2014. La habitación del hospital era un horno asfixiante, donde el silencio sólo lo rompían los pájaros que amenazaban con estruendo meterse por la ventana. Yo sabía que te gustaba oírlos, y dejé la ventana abierta para que así también entraras en calor porque temblabas bajo la manta.
Me hablabas cansado, y no podía contener las lágrimas ahogadas al verte tan indefenso, tan frágil. Mi padre, el más fuerte, el de los bíceps poderosos y las largas piernas, el incombustible. Reconocía mi espalda en la tuya, tus manos en las mías, todo tu cuerpo que diseñó en mí, una mujer fuerte. La misma fuerza, si, la misma ilusión por la vida y lo vivo
La luz de mi vida se apagaba sin yo poder hacer más que acompañarte en tus últimas horas, como tú me acompañaste en mis primeras. Tú me acunaste feliz en tus brazos en mi primer aliento y yo te abracé con fuerza en el último aliento tuyo. Te fuiste oyendo mi voz. Me gusta creer que sentiste mi alma tan fuerte que no tuviste miedo, que supiste, que nunca te dejaría sólo.
Después de la tragedia, de sujetarte en mis brazos mientras la vida se derramaba de rojo por encima de tu sábana tiñendo de sangre toda la estancia, me quedé, abrazada a tí hasta que tu cara tuvo el calor del mármol en ese sueño extraño, tan silencioso, tan quieto que da la muerte.
Mientras te alejaban en la camilla, asomaba tu hermoso pelo gris bajo la sábana, y escéptica, impotente, paralizada, oía resonar tu voz respondiendo mi pregunta sobre los pájaros; "Son vencejos". Así aproveché para aprender de ti hasta el último instante.
GRACIAS PAPÁ, Mientras yo exista, vivirás en mi, recordaré tus enseñanzas, tu risa, tu voz, tu amor...y como tocabas mi cancíón con tu armónica.TE QUIERO INFINITO.
Tu Marga
Suscribirse a:
Entradas (Atom)