No fue fácil firmar ese pacto con la tinta indeleble de aquel unicornio azul de azúcar,
pero una vez sellado con la lágrima que supura la orquídea de la ambigüedad
todo resulto más sencillo y placentero, más auténtico, más real.
Tus ojos caían como cataratas diestras al fondo de las galaxias
convirtiéndose en cúpulas ambiciosas de aguamarina y viento.
Entonces supe que, más allá de la herencia que esculpe la sangre,
la memoria viene impregnada de angostos senderos e ignotas fuentes.
Aquí vuelve tu latido primogénito que en ti toma forma de verdad diseminada,
nombre en la esencia del recuerdo, invasor de la constancia,
en ti reconozco ese albor que siembra eternos futuros en las raíces del pensamiento.
Y aunque no lo sepas, en la distancia del espacio y la incomprensión, te sigo sosteniendo.
invasor de la constancia, eso es lo que nos lleva a mantener las cosas que mas queremos, por que si no las regamos, adios. Pacto de sangre, buen titulo para el post
ResponderEliminarun abrazo